EN EL SILENCIO ESCUCHAREMOS SU VOZ

No necesita muchas palabras para hablar al corazón, porque siendo la Palabra eterna de Dios, asumió nuestra naturaleza encarnándose en el seno virginal de María. Treinta años guardó silencio en un hogar de Nazaret, viviendo en familia como uno más del pueblo. Allí creció y maduró humana y espiritualmente, en el seno de una familia llena de santidad. Una familia santa, iglesia doméstica, por la ejemplaridad en la escucha de la palabra de Dios y en el cumplimiento de su voluntad, una familia donde se respiraba la "santidad doméstica", la del día a día que se juega en lo cotidiano. A la que tanto debemos mirar y de la que tanto tenemos que aprender.

En el silencio nos habla cuando sube al monte o se aparta en un huerto para orar y echar la noche, en descampado, hablando con el Padre, enseñándonos a entrar en lo secreto e íntimo de nuestra habitación para hablar con Dios, usando pocas palabras pero poniendo todo el amor para decir Padre nuestro. Y cuánto necesitamos aprender a orar, a ponernos en presencia de Dios sin pretender usar muchas palabras, como pretendiendo que nos escuche (Mt 6,7ss), sino haciendo silencio para dejarnos mirar por Él, para dejarnos amar.

Con muy pocas palabras nos dejó la mayor lección de amor para que tomásemos ejemplo cuando se tiró al suelo, ciñéndose una toalla, y se puso a lavar los pies de sus discípulos como si fuese su esclavo Jn 13,4, para que ellos hicieran lo mismo que Aquel a quien llamaban Maestro y Señor.

En el silencio nos hablará sin palabras, callando ante la injusticia de una condena humillante, siendo presentado al pueblo, que antes lo aclamaba, flagelado y coronado de espinas, como "varón de dolores ante quien se vuelve el rostro" Is.53,3. Nos dirá mucho mirando con ternura y misericordia a Pedro tras haber negado conocerlo, ante una criada Mt 26,72ss.

Cargando una pesada cruz sobre sus espaldas, caminaría casi exhausto hasta el monte Calvario, con la sola fuerza del amor, para llevar hasta el final el encargo del Padre y que todos entendamos hasta dónde está dispuesto a llegar por nosotros. En silencio soportó injurias, burlas y afrontó la muerte con muy pocas palabras. Y puesto en un sepulcro reposó en silencio hasta el alba del tercer día.

La Semana Santa de 2021 será más silenciosa, sin bullas, sin bandas de música, sin ajetreo de gentes corriendo de acá para allá...,. Para nosotros, sin embargo, no dejará de brillar la luz de una vela en la oscuridad de la noche, que como un centinela vigila junto al Sagrario de nuestra Capilla. No dejará de hacer eco, en el silencio de nuestra Capilla, el rachear de los pasos de aquellos que juntaron sus manos para levantar este templo y bendecir su Nombre.

Para nosotros, hermanos, el silencio de la madrugada lo reviviremos, como el espacio privilegiado para hablar desde el corazón, cada vez que entramos en nuestra Capilla y clavamos nuestros ojos en los suyos; miramos sus manos y nos vemos sostenidos por ellas; contemplamos su cruz y su corona de espinas y nos estremecemos al descubrir tanto amor y misericordia. Y en silencio, como siempre, escucharemos su voz: la voz más dulce y más amble, la voz de Jesús del Gran Poder.

Manuel Sánchez de Heredia, Pbro.